El sistema de suspensión (que no debe confundirse sólo con uno de sus elementos: los amortiguadores) es parte de la denominada “seguridad activa”. También, es una parte fundamental del “Triángulo de seguridad” que, junto con las llantas y los frenos, proporcionan al conductor un viaje confortable y, sobre todo, seguro. Por el contrario, si el sistema de suspensión falla, nos podemos enfrentar no sólo a la incomodidad de transitar por caminos llenos de baches, sino que podemos poner en peligro nuestra seguridad y la de quienes nos acompañan.
Este sistema está compuesto de diversas partes mecánicas que se encuentra ubicadas entre el chasis y las llantas. En este sentido, la suspensión sirve para que las llantas de tu vehículo se mantengan adheridas al piso, sobre todo, cuando das vueltas en curvas que son pronunciadas. Asimismo, absorbe los impactos provocados por las imperfecciones del camino por el cual transitamos, para asegurar un recorrido cómodo y suave.
Por otro lado, esta parte de tu vehículo convierten la energía cinética en calor con el propósito de mantener el control y la estabilidad del auto. En otras palaras, asegura la elasticidad y la amortiguación de un coche. En la actualidad, el sistema de suspensión está compuesto por varios elementos: amortiguadores, muelles helicoidales, puntales, barras estabilizadoras, ballestas y barras de torsión. Sin embargo, no siempre fue así. Por eso, en esta nota, te hablaremos de la evolución de este componente que, como ya se mencionó, es indispensable para tu auto.
Historia de la suspensión
Antecedentes: La suspensión existe desde que se comenzaron a usar carretas, sobre todo, porque los caminos en las ciudades eran empedrados. A principios del siglo XIX (aproximadamente en 1802), antes del vehículo automotor, se comenzó a tratar de reducir aún más los impactos en los carruajes. Se acolchonaron los asientos, y se pusieron resortes en el pescante (o asiento) del cochero.
Después, como lo anterior no era suficiente, se decidió tener suspendida la cabina del carruaje. Esto se hacía mediante correas de cuero que estaban aseguradas a unos soportes de metal.
Primeros sistemas: Va a ser hasta principios del siglo XX, en el momento que ya existen los automóviles, cuando comience las bases de los sistemas de suspensión actuales. El primer tipo de suspensión contaba con una serie de muelles que eran hojas de metal apiladas, sin embargo, no bridaba mucha comodidad. Desde finales del siglo XIX, ya había diseños de amortiguadores de impacto, pero será hasta principios del siguiente siglo cuando se comenzarán a instalar en los vehículos.
Suspensión rígida: a principios de la década de los 30, surgirá este tipo de suspensión que, si bien ya está unida al eje del vehículo, tiene el inconveniente de hacer sentir un poco más las vibraciones, ya que la suspensión no es independiente, sino que se encuentra unida a ambas ruedas.
Traction avant 11 CV: Este modelo de auto, de 1934, será una revolución en lo que se refiere al sistema de suspensión. Además de contener la tracción en las ruedas delanteras, también, cuenta con una suspensión independiente que, a diferencia de la antes mencionada, evita de forma más eficiente las vibraciones provocadas por las irregularidades del camino. En este mismo sentido, para este periodo, la compañía Monroe instalará los primeros amortiguadores hidráulicos.
MacPherson: Este ingeniero estadounidense inventó un nuevo tipo de sistema de suspensión en 1951 y entró al mercado a principios de los años 60. Combina los muelles en espiral con amortiguadores hidráulicos de impacto y el brazo superior de la suspensión. Este tipo de sistema será dominante durante varias décadas.
Suspensión hidroneumática: Este tipo de suspensión, surgida a principios de los años 90 del siglo XX, si bien tiene las bases de la MacPherson, al adaptar un sistema electrónico, hace que la suspensión adapte las ruedas de forma instantánea e independiente a las irregularidades del camino.
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